Más allá del ruido: cómo detectar oportunidades reales en el mercado

Más allá del ruido: cómo detectar oportunidades reales en el mercado

Cuando se trata de invertir, siempre es un reto tomar decisiones acertadas: ¿cuándo comprar, cuándo vender o incluso cuándo no hacer nada? Muchas veces terminamos invirtiendo movidos por nuestras emociones más básicas: el miedo o la avaricia.

Es decir, nuestras decisiones suelen estar guiadas por las emociones que provoca el sentimiento del mercado, y este sentimiento, a su vez, está liderado por el precio.

Un ejemplo clásico es cuando leemos muchas malas noticias sobre una compañía. Nos invade el miedo y vendemos todas nuestras acciones. Irónicamente, pocos días después, el precio comienza a subir sin freno, muchas veces alcanzando nuevos máximos.

Volver a entrar en ese punto se vuelve casi imposible, porque el temor de que la acción se desplome nuevamente nos paraliza... y mientras tanto, el precio sigue subiendo, dejándonos fuera de esas ganancias.

Lo mismo pasa al comprar: tras escuchar excelentes noticias sobre una empresa, compramos en el punto más alto, convencidos de que el precio seguirá subiendo. Sin embargo, en los días siguientes el precio se desploma y quedamos inmovilizados, viendo cómo nuestra inversión pierde valor.

En ambos casos, nuestras decisiones estuvieron influenciadas por una mezcla de "noticias + precio", y muchas veces sin considerar información fundamental. Aun cuando algunos digan que los fundamentos de la empresa son buenos (excelentes ventas, grandes ganancias), el precio puede caer. O al revés: malas ventas y bajas ganancias, pero el precio sube. Esto genera aún más confusión sobre si el mercado realmente respeta esos fundamentos.

Existen consejos simples que pueden ayudarnos a evitar estos errores. Reglas que ayudan a combatir nuestras emociones, como: "Compra cuando nadie quiere comprar y vende cuando nadie quiere vender", o la famosa frase de Warren Buffett: "Sé temeroso cuando otros son codiciosos y sé codicioso cuando otros tienen miedo". Estas frases muestran la importancia de invertir con una mentalidad enfocada en el futuro y no en el presente, aunque hacerlo parezca ilógico. Esa mentalidad es la que permite comprar barato y vender caro.

Desde luego, aplicar esto es muy difícil. Requiere ignorar las noticias del momento e ir en contra de nuestras emociones, que muchas veces se reflejan en el precio. Solo con práctica y disciplina se puede dominar este arte.

Afortunadamente, hay una herramienta fundamental que puede guiarnos: operar a favor de la tendencia y seguir el dinero. Es decir, invertir donde fluye el capital de los grandes inversionistas.

Cuando seguimos el dinero, nuestras decisiones contraintuitivas tienen respaldo. Así podemos entender mejor los tiempos y movimientos del dinero dentro del sistema, y su entrada o salida de los mercados.

Un indicador clave para evaluar estos movimientos es la liquidez de la economía (M2), que generalmente está influenciada por las condiciones financieras. Una manera sencilla de identificar estas condiciones es mediante una regresión de precios que incluya el petróleo, el dólar y las tasas de interés de bonos a mediano y largo plazo. Si este indicador sube, las condiciones financieras son más favorables para invertir.

En la práctica, las condiciones financieras actúan como un indicador adelantado de la liquidez y, por lo tanto, de los precios de los activos, con un desfase aproximado de 10 a 12 semanas. Esto nos permite identificar ciclos claros de expansión o contracción de liquidez, y anticipar posibles subidas o bajadas de precios.

La sugerencia es reconocer estos ciclos observando los máximos y mínimos del indicador de condiciones financieras en tendencias semanales, tomándolos como posibles puntos de entrada o salida para nuestras inversiones.

Es importante destacar que este indicador no sirve para comprar o vender en esos puntos exactos, sino que indica el cambio en el flujo de dinero. Por eso debemos identificar, en cada activo individual, las potenciales entradas y salidas con la ayuda del análisis técnico.

Ambas herramientas, condiciones financieras y análisis técnico, nos permiten navegar entre la narrativa de las noticias y alejarnos de nuestras emociones al invertir.

Veamos un ejemplo: las condiciones financieras a finales de 2024 y principios de 2025. Observamos un máximo entre mediados y finales de septiembre de 2024, tras varios meses de mejora. Esto sugiere el fin de la expansión de la liquidez y el inicio de una contracción. Es decir, un tope en el precio y una posible caída.

Tomando el QQQ como ejemplo, vemos un tope a mediados de diciembre de 2024, que coincide con las 10-12 semanas posteriores a la señal del deterioro en las condiciones financieras desde septiembre.

La relación no es perfecta, pero sí muestra una clara correlación entre la dirección del precio y las condiciones financieras.

Ahora, si volvemos a observar el gráfico de condiciones financieras, notamos una mejora considerable desde mediados de enero de 2025 hasta la fecha. Esto sugiere dos cosas: primero, que la caída de precios en QQQ iniciada en diciembre de 2024 estaría terminando en abril de 2025; segundo, que al menos hasta julio de 2025 hay potencial para una subida en los precios en QQQ.

Podemos ver ambos gráficos juntos para tener una imagen más clara de la correlación: QQQ en morado, condiciones financieras en azul.

Con todo esto, considerando las condiciones financieras y las noticias sobre aranceles que han generado temor, junto con señales técnicas positivas que aparecen esta semana, podemos considerar entrar en activos de riesgo. Todo indica una posible revalorización en los próximos tres meses.

Siguiendo la regla de Warren Buffett, pero apoyados en condiciones financieras y señales técnicas, podemos invertir con mayor tranquilidad. Nada es 100% seguro en las inversiones, pero este análisis aumenta nuestras probabilidades de éxito.